CADA DÍA A NUESTRO ALREDEDOR OCURREN COSAS MISTERIOSAS, SIN EXPLICACIÓN; LO QUE NOS DIFERENCIA DE LOS DEMÁS ES QUE NOSOTR@S PODEMOS SENTIRLAS, INTUIRLAS, VERLAS... TENEMOS UNA EXTRAÑA CONEXIÓN CON EL PLANO ESPIRITUAL, EN FIN, UN SEXTO SENTIDO QUE SOLO ALGUNOS SOMOS CAPACES DE DARNOS CUENTA. SI A TÍ TAMBIÉN TE OCURRE... ESTE ES TU BLOG.

martes, 22 de diciembre de 2015

Sentirlos cerca...



Seguro que esto os ha ocurrido a muchos. Puede que en sueños o incluso despiertos, sin más, de forma inconsciente, ha acudido a vuestra mente, sin ningún motivo, algún familiar o conocido que hace tiempo faltó. Es posible que de algún modo hayan querido haceros saber que han estado a vuestro lado por un instante. Si “ellos” pueden, ¿por qué no intentarlo también nosotros?
Relajarse, puede que incluso cerrar los ojos, pensar, sí, pensar en esa persona que ya no está, imaginarle en tu mente, desearlo tanto que llegues al punto de sentir que no estás solo, incluso que si en ese momento abrieras los ojos, estaría allí delante de ti, pero no los abras… cuando llega ese momento lo que debes abrir es tu corazón y decírselo “Te quiero y te echo de menos…”
No lo dudes, tu mensaje le llega. Feliz Navidad 2015.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

No mirar debajo de la cama...



Esto me ocurrió en mi casa nueva. Cuando lo recuerdo me da un poco de  “susto” (porque pienso en la de veces que de pequeña, supongo que muchos lo hemos hecho, miraba debajo de la cama esperando NO encontrar nada)  aunque siempre termino el recuerdo con una carcajada.
Era invierno e iba a acostarme, quería quitar el edredón y no podía, pensaba que lo había pisado con el pie. Cuando miré hacia el suelo para comprobarlo (me llevé un susto horrible porque ni lo había notado ni presentido) vi que un brazo salía de debajo de la cama y que tenia bien agarrado el edredón (tuve la sensación que era la mano de una mujer). Me espanté tanto que de un salto me subí a la cama, mi marido  que estaba  sentado,  impresionado me preguntó que qué es lo que pasaba y yo le dije “hay una mano debajo de la cama que no me dejaba quitar el edredón”. Como he contado en otras ocasiones, mi marido no quiere oír hablar  nada sobre estos temas, pero me salió sin darme cuenta, ya que de normal me invento alguna cosa si lo que me ocurre es sobre espíritus. Me miró y me dijo “para que me dices eso…” luego se giró y se puso el despertador y lo dejó en el suelo. Os explico, era un despertador que los números estaban iluminados en azul, pero molestaba mucho su luz, así que nunca lo dejaba en la mesita, sino en el suelo, la cuestión era que hacía casi año y medio que se había fundido la luz azul, pero mi marido seguía con el costumbre de dejarlo bajo.  De pronto empezamos a escuchar unos ruidos metálicos debajo de la cama, los dos nos miramos y yo le dije “no voy a mirar, mira tú que nunca ves nada…” y entonces la parte inferior de la habitación quedó iluminada por la luz azul. Él se asomó sorprendido, volvía a funcionar el despertador, me lo enseño con cara de alucinar y yo venga la risa diciendo “pues va a ser que la mano sería de un relojero y te lo ha arreglado”. Él se medio rió pero a la mañana siguiente se llevó el despertador y ya no lo he vuelto a ver.  
Así que a veces me pregunto si el miedo de los pequeños a que hay un monstruo o algo debajo de la cama es solo imaginación o tiene algún fundamento. Yo por si acaso nunca miro, ja, ja, ja…

jueves, 10 de diciembre de 2015

Algunas situaciones me hacen reir

Recuerdos varias historias graciosas que ire contando. Una vez estaba acostada mirando el techo, pensativa y de pronto por arriba del armario, casi tocando el techo apareció un espíritu y cruzó la habitación volando hasta que atravesó la pared y desapareció. Era un hombre, se que llevaba una vieja americana o abrigo corto de color marrón claro, lo de abajo era oscuro, pero como he comentado en otras explicaciones, esa parte siempre está como difuminada. Lo que me llamó la atención, a parte de que iba casi tocando el techo, es que no se desplazaba de forma vertical, sino que iba en horizontal y con los brazos extendidos. No podia dejar de reir al pensar que parecia "superman" pero sin capa.
En otra ocasión, estaba en casa de mi abuela, al pasar por la puerta del que habia sido el dormitorio de mi abuelo, antes de faltar, vi a alguien acostado, en conjunto era un figura oscura,  era un hombre de unos 50 años, alto y delgado,  no era mi abuelo. Al pararme y mirarlo se dio cuenta  y rodó sobre la cama, que estaba junto a la pared y desapareció por ella. Corrí a la siguiente habitación que tenia un sofá apoyado contra esa pared y lo vi sentado, entonces se levantó y volvió a cruzar al dormitorio, así que volví atras y esta vez se fue por otra pared de daba al exterior, ahí ya no podia seguirle... Mi abuela que me vió correr por el pasillo de un cuarto al otro me preguntó que qué hacia y yo le conteste riendo "creo que molestar".

miércoles, 2 de diciembre de 2015

El segundo que veo...

Esto me ocurrió  hace poco, me recuerda a la história de ¿Objetos fantasmas? de la etiqueta "Curiosidades sobre fantasmas".
Regresaba a casa, eran casi las 8 de la mañana y no había mucho tráfico en la autovia para ser entre semana. Circulaba por el carril de la derecha y llevaba un trailer de color azul oscuro delante, lo pasé y volví al carril de la derecha, la verdad es que en ese tramo no circulaba ningún vehículo más, solo el trailer y yo, hasta que alcancé a un viejo camión que llevaba una cuba antigua y robiznada, al acercarme pensé "¡Madre mia! que trasto mas viejo y destartalado, no se ni como funciona, no me extraña que no pueda ir a más de 60... seguro perderia las piezas por el camino..." El carril de la derecha, donde estabamos, se combertia más adelante en una salida, que yo debía tomar, pero como el camión de delante iba tan lento me tocó adelantarlo, al tiempo que rebasaba un cartel que indicaba que el carril era una salida a 1000 metros. De normal, los vehiculos que no van a salir, se desplazan al carril de la izquierda, así que casi a la vez el trailer azul y yo iniciamos el cambio de carril. Cuando pasé al camión de la cuba, realmente no me fijé como era, me volví a colocar en la derecha y el trailer continuó el camino de la izquierda, quise, entonces, ver como era esa vieja cacharra que acababa de adelantar, miré por el retrovisor y me echó las luces, deslumbrandome, fueron apenas unos segundos, pero de pronto no estaba, miré a todas partes, vi el trailer que se alejaba solitario y detras de mi nada, ningún vehículo. Era imposible que hubiera desaparecido, me habia tirado las luces, lo llevaba detras y ahora no estaba. Me dio como un escalofrio, desde luego parecía de otra época, aunque solo pude ver la parte trasera. Pensé "Mi segundo vehiculo fantasma... ¿a donde iria?"

miércoles, 25 de noviembre de 2015

CAPITULO VIII: BUSQUÉ LA SOLUCIÓN MÁS SENCILLA, ADIOS FANTASMA



Como era de madrugada, había mucho silencio y pensé que los gritos se habrían escuchado en toda la finca (así fue, cuando me lo comentaron yo dije que también los escuché y que sería alguien de la calle). A la mañana siguiente les conté todo a mis padres y decidí que en cuanto estuvieran las cuatro paredes del adosado, me largaba de allí. Aunque he de decir que no volvió, sí estaba por la finca, pero no se metió más conmigo, no lo volví a sentir en mi casa, ni mi hija volvió a decir nada sobre que no la dejaban  ir donde estaba yo. También es cierto que intentaba estar lo mínimo posible en casa y por las noches, increíblemente descansábamos mejor. Durante el tiempo que nos toco vivir después de esa noche no volví a sentirle dentro de la casa, ni tuve ningún altercado con ningún espíritu. Casi seis meses después, el adosado, tenia paredes, puerta de fuera y ventanas y no lo pensé, me llevé los muebles y todo a mi nueva casa. No tenían puertas los armarios empotrados, ni los cuartos, la cocina estaba a medio montar, pero tenía un hornillo, así que me daba la mismo, tenia bombillas colgadas del techo, pero no importaba nada, por fin estaba en mi casa, fuera de aquel piso. Al día siguiente regresé con mi padre para recoger lo último que me quedaba. La verdad, me daba pena dejar aquello por culpa del maldito fantasma, cuando cerré la puerta tuve la sensación de que con ese gesto le encerraba allí para siempre, aunque no le había sentido en todo ese tiempo. Al marcharnos miré la ventana desnuda, sin cortinas, sin nada y había una sombra dentro. Cosas de la vida años más tarde he tenido que ir una vez, a esa piso, de visita a un conocido y estando en el comedor, vi a “su” inquilino fantasma cruzar el pasillo, se me aceleró el corazón, pero “él” no me vio, iba mirando hacia el suelo, tuve la sensación que toda la fuerza que tenía el espíritu, la había perdido, realmente me pareció un alma en pena. No he vuelto a ir.
Gracias a Dios en mi nueva casa, van y vienen pero ninguno se queda, hay temporadas que no siento nada y otras que parece la entrada del metro en hora punta. En esta, mi casa, me han ocurrido muchas cosas, que también iré contando, algunas me han hecho reír, otras me han asustado (pero nada de miedo), otras me han hecho llorar de tristeza y algunas me han enfadado… No nos metemos con ellos, si no se meten con nosotros. Ellos están en su mundo y nosotros en el nuestro, aunque a veces se entremezclen...



miércoles, 18 de noviembre de 2015

CAPITULO VII: UNA NOCHE DE TERROR



Como ya había dicho, era la semana de Navidad, era de noche y mi marido tenia cena de empresa, así que cenamos solas mi pequeña y yo. Después de recoger y jugar un poco con ella, me decidí dormirla. Con todo lo que había sucedido aún no dormía en su cuarto, tenía su cuna al lado de mi cama. En la habitación a oscuras, ya que entraba luz de la farola de la calle, la dejé acostada y empezaba el martirio de casi dos horas para dormirla. Durante la cena me sentía algo intranquila porque tenía la sensación de que me observaban, así que estaba algo alerta, ya que hacía ya tiempo que no era capaz de percibir nada, pero esa noche sí. Cuando apenas llevaba una hora en la habitación, mi niña quería leche, así que la dejé y me marché hacia la cocina a oscuras, solía recorrer la casa así, estoy acostumbrada, además de que entraba algo de claridad por las farolas de la calle. Calenté la leche y sentí algo en el comedor, fui a ver y a pesar de que no vi a nadie, sabía que estaba cerca. Cogí el biberón y volví al dormitorio, media hora después ya estaba dormidita. Pero yo no podía dormir, ni si quiera me acosté, la pequeña estaba muy intranquila también, así que cada dos por tres le ponía la mano encima y le decía “tranquila a dormir…” Me entró hambre y me fui a la cocina, pero antes entré al comedor, esta vez sí lo sentí muy cerca, estaba allí, note que se acercaba y se me puso la piel de gallina porque notaba que estaba muy enfadado, tenía mucha rabia, ira, me dio mucho miedo porque percicia que era contra mí por haber intentado deshacerme de él. Asustada no sabía qué hacer y llamé a mi marido, pero con tan mala suerte que empezó a sonar su teléfono en una chaqueta del trabajo, se le había olvidado. Creo que ahí aun me asusté más porque me sentía sola y no me veía con la fuerza suficiente de poder defenderme ni a mí ni a mi hija, jamás hubiera pensado que estaría tan pérdida, tan agotada de luchar día tras día. Corrí hacia el dormitorio, mi hija estaba de pie en la cuna y le dije “no pasa nada cariño, acuéstate que mamá está aquí", pero ella no quería acostarse, miraba hacia la puerta y señalaba con el dedito. Me giré y fui hacia la puerta y la cerré; pero ella seguí igual y decía “está ahí, ahí, ahí…” De pronto se calló y nos quedamos las dos en silencio mirándonos, yo le sonreí para que viera que no pasaba nada pero de repente se escuchó un golpe muy fuerte, como si hubieran dado un puñetazo contra una puerta. Yo estaba sentada cara la cuna y me gire para ver la puerta que estaba cerrada, al momento escuchamos otro golpe contra otra puerta, pero más cerca del dormitorio. El corazón me iba a cien por hora. Luego llegó un tercer golpe más próximo, era como si fueran golpeando las puertas que venían de paso hacia el dormitorio principal. El cuarto golpe sonó fuertísimo, lo dieron en la puerta de enfrente de donde estábamos, estaba muy asustada, sentí como se quedaba detrás de nuestra puerta. Mire a mi hija que miraba hacia la entrada con curiosidad, pero yo ya no me atreví a girarme, me levanté y fije mi vista al espejo donde veía todo el cuarto, incluso la puerta. Lentamente la manivela empezó a bajarse para abrirse. Estaba aterrada, fuera de mí, estoy segura que si yo hubiera estado bien y no tan hecha polvo como me encontraba, hubiera salido del dormitorio al primer golpe a enfrentarme a “mi inquilino fantasma” pero el pánico se apoderó de mí. Cuando la puerta hizo el “clic” de que estaba abierta y vi en el reflejo que lentamente se abría, me puse histérica, me subí de pie encima de la cama y empecé a gritar como una loca  “¡BASTA, BASTA! ¡DEJANOS EN PAZ! ¡VETE, FUERA DE AQUÍ! ¡VETE, MARCHATE!” Mi hija se puso a llorar asustada, imagino que de verme así. La puerta se abrió del todo pero “él” se había ido. Me giré entonces con la respiración entrecortada y el corazón que se me salía del pecho y sentí que se había ido, el pánico, el miedo, todo había desaparecido en cuanto se marchó. Bajé de la cama y cogí a mi pequeña, que aun lloraba, en brazos para tranquilizarla. Luego a oscuras recorrí cada parte de la casa, cada cuarto y nada, no estaba. Volví al dormitorio, se había dormido en mis brazos y la acosté, durmió tranquila el resto de la noche. Miré la hora y pasaban de la una de la madrugada.
Me prometí a mi misma que nunca más dejaría que el miedo me dominara. No podía dejar crecer a mi hija pensando que debía tenerles miedo, cuando no era así, nosotros somos más fuertes. Gracias a Dios esto no lo recuerda y no les tiene nada de miedo, aunque se encuentre con “ellos”. Porque en realidad son a los vivos a los que hay que temer, ellos si pueden hacerte daño, pero  los muertos, no pueden, si no les dejas. He de decir que esta fue la única vez, hasta el día de hoy, en el que un espíritu me ha hecho sentir terror y me ha hecho daño. No voy a negar que otros me han asustado, pero ha sido por su aparición improvista o inesperada, al igual que cualquiera, vivo,  puede darte un susto.
Creo que el siguiente capítulo será el último del piso, pero no mi última historia.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

CAPITULO VI: EL ESPÍRITU REGRESO CUANDO YO ESTABA DESTROZADA



Con forme pasaban los días vivía intranquila, de nada saltaba, cuando mi hija lloraba o no la escuchaba, corría asustada diciendo “márchate, vete de aquí, no puedes quedarte, vete”. Intentaba que todo fuera normal pero en ocasiones parecía una neurótica. Sabía que “el inquilino” había estado porque en alguna ocasión con visita de mi familia me habían vuelto a decir que sentían algo malo que no las dejaba entrar a mi casa. Tras un par de semanas parecía que los sobresaltos se habían acabado, mi hija jugaba tranquila incluso, mi familia ya no sentía “eso” al venir a mi casa, y en una de esas visitas de familia y con mis padres, mi hija se acercó a mí y me preguntó “¿Cuándo va a venir a verme mi papa?”  Recuerdo que la cogí en brazos y me la senté en las piernas, le dije “el papa vendrá a comer como todos los días” y ella me respondió “no, ese papa no, el otro, el que viene a veces a verte”. Me quedé de piedra sin reaccionar, a mi madre le entró risa porque no sabía a qué se refería, me miraba como preguntando "¿pero quién viene a verte a ti?"; claro. no sabía que era un fantasma al que se referia mi hija. Cuando tuve ocasión les conté a mis padres lo que estaba ocurriendo.
Mis padres hacía tiempo que habían decidido irse a vivir al pueblo donde yo vivía y se iban a hacer una adosado, así que me dijeron que me lo hiciera yo también, que ellos nos dejarían el dinero. Claro yo no le dije a mi marido el motivo de querer irme de allí pero con la escusa de que siempre estábamos de jaleos en la finca, le pareció buena idea. La semana siguiente era Navidad y ocurrió algo que me hizo sentir terror, nada parecido a la agresión de cuando estaba embarazada. Muchas veces pienso  que si yo me hubiera sentido fuerte no hubiera sucedido del mismo modo porque mi reacción hubiera sido muy distinta; pero he de decir que estaba en el límite, habían demasiados factores en mi contra y estaba muy cansada de luchar. Os he de contar un poco de mi situación para que entendáis porque  fue esa mi reacción, porque el terror me pudo. En mi casa me sentía sola porque no podía contar con mi marido respecto a este tema, era tabú; a penas dormía y descansaba, desde que nació mi hija, no le gustaba mucho dormir, aunque ahora por fin dormía seis horas por la noche; por otra parte tenia a la familia de mi marido (que vivían en el pueblo) que me hacían la vida imposible, siempre sembrando dudas, a mi marido, sobre mi y eso que me pensaba que dándoles un nieto me verían con mejores ojos y aún fue peor porque utilizaban a mi hija para meter más cizaña, ya que en realidad no les importaba para nada. Supongo con todo ello a cuestas, era tan vulnerable, ya no podía más, fue entonces cuando “mi inquilino” volvió a por mi. Nunca en mi vida habia pasado tanto miedo; cuando lo recuerdo quiero reirme de mi reacción, fue patética y de locos... pero lo pasé realmente mal y mi hija también. Os lo cuento en el próximo capitulo.