Como era de
madrugada, había mucho silencio y pensé que los gritos se habrían escuchado en
toda la finca (así fue, cuando me lo comentaron yo dije que también los escuché
y que sería alguien de la calle). A la mañana siguiente les conté todo a mis
padres y decidí que en cuanto estuvieran las cuatro paredes del adosado, me
largaba de allí. Aunque he de decir que no volvió, sí estaba por la finca, pero
no se metió más conmigo, no lo volví a sentir en mi casa, ni mi hija volvió a
decir nada sobre que no la dejaban ir
donde estaba yo. También es cierto que intentaba estar lo mínimo posible en casa
y por las noches, increíblemente descansábamos mejor. Durante el tiempo que nos
toco vivir después de esa noche no volví a sentirle dentro de la casa, ni tuve ningún
altercado con ningún espíritu. Casi seis meses después, el adosado, tenia
paredes, puerta de fuera y ventanas y no lo pensé, me llevé los muebles y todo
a mi nueva casa. No tenían puertas los armarios empotrados, ni los cuartos, la
cocina estaba a medio montar, pero tenía un hornillo, así que me daba la mismo,
tenia bombillas colgadas del techo, pero no importaba nada, por fin estaba en
mi casa, fuera de aquel piso. Al día siguiente regresé con mi padre para
recoger lo último que me quedaba. La verdad, me daba pena dejar aquello por
culpa del maldito fantasma, cuando cerré la puerta tuve la sensación de que con
ese gesto le encerraba allí para siempre, aunque no le había sentido en todo
ese tiempo. Al marcharnos miré la ventana desnuda, sin cortinas, sin nada y había
una sombra dentro. Cosas de la vida años más tarde he tenido que ir una vez, a
esa piso, de visita a un conocido y estando en el comedor, vi a “su” inquilino
fantasma cruzar el pasillo, se me aceleró el corazón, pero “él” no me vio, iba
mirando hacia el suelo, tuve la sensación que toda la fuerza que tenía el
espíritu, la había perdido, realmente me pareció un alma en pena. No he vuelto
a ir.
Gracias a
Dios en mi nueva casa, van y vienen pero ninguno se queda, hay temporadas que
no siento nada y otras que parece la entrada del metro en hora punta. En esta,
mi casa, me han ocurrido muchas cosas, que también iré contando, algunas me han
hecho reír, otras me han asustado (pero nada de miedo), otras me han hecho
llorar de tristeza y algunas me han enfadado… No nos metemos con ellos, si no
se meten con nosotros. Ellos están en su mundo y nosotros en el nuestro, aunque a veces se entremezclen...
No hay comentarios:
Publicar un comentario