Esto me ocurrió en un invierno de hace ya años, en vacaciones, como he
dicho en otras ocasiones, soliamos ir a una casita de campo, de mis abuelos. En
el primer piso, en una de las habitaciones estabamos mi hermana y yo. A los
pies de las camas teniamos un pequeño aparador con un espejo y a un lado la
ventana desde donde teniamos una bonita vista de montañas y campos. Sucedió una
noche, estabamos cada una acostadas en nuestras camas. A oscuras, aunque con la
luz de la luna habia algo de claridad en la estancia; cuando miré el espejo,
crei ver dos luces pequeñas y rojas, en él se reflejaba lo que se veia en la
ventana, el cielo de la noche. Me incorporé al ver que las lucecitas habian
desaparecido. Mi hermana me preguntó al verme sentada y le dije que habia visto
dos luces rojas. En ese instante volvieron a aparecer, y ella también las vio,
le dije que nos levantaramos para verde que se trataba. Pero lo cierto era que
con el frio que hacia, y teniendo en cuenta que no teniamos calefacción, habia
que pensarselo dos veces antes de salir de la cama calentetita cubierta por una
losa de mantas. Mi hermana no quiso moverse pero yo me levanté. Fuera de la
casa se escuchaba el viento como silvaba; enrollada en el batín me acerqué al
espejo y no se veia nada, solo mi reflejo, mi hermana dijo que tal vez huviera
reflejado algo que estaba fuera. Me quedé delante de la ventana, a un lado de
la casa habia un gran árbol, agitaba sus ramas con fuerza, como una maraña
negra en movimiento. Tenia la sensación que algo no cuadraba en lo que podia
ver por la ventana, así que me acerqué mucho al cristal hasta apegar la cara
prácticamente y de pronto esa maraña
negra se acercó de pronto a la ventana y
me miró con dos ojos rojos, me llevé un susto de muerte. Eche a correr hacia la
cama mientras decia “¡Madre mia que miedo, que susto, que miedo…!”, me metí
dentro y me tape cabeza y todo (Ahora me rio de la situación pero pase mucho
miedo) Mi hermana me preguntó que ocurria y yo sin descubrir la cabeza de la
manta le dije que habia una cosa enorme que me habia mirado con los ojos rojos.
Ella me dijo que serian las ramas del árbol pero lo de las luces rojas no se le
ocurria que podia ser. Al final nos
dormimos, a la mañana siguiente, el mal tiempo seguia, los silvidos del viento
era lo único que se escuchaba. Me asomé a la ventana y con la luz del sol me di
cuenta que era lo que no me cuadraba de noche, a pesar de que habia claridad de
la luna, era que el árbol que estaba al lado de la casa, por mucho que lo
zarandeara el viento, era imposible que
sus ramas llegaran a nuestra ventana, así pues, esa noche sí habia algo delante
de nuestro ventanal, el qué, no lo se, pero era grande … Las siguientes noche
decidí no mirar ni la ventana, ni al espejo, ojos que no ven….
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