Los
siguientes días fueron un tormento, me asustaba de todo, mi marido no entendía
nada porque no le había contado nada, para qué, si no creía en esas cosas.
Entonces una mañana vino mi madre con dos velas bendecidas y me dijo que las
colocara en el lugar de la casa que fuera importante para mí y las encendiera,
que no las dejara al corriente del aire. Las dos deberían hacer la misma llama
pero si una era diferente es que algo había allí. Luego debía abrir todas las
ventanas y marcharme, sin regresar hasta que estuvieran consumidas las velas.
Sin pensarlo fui al dormitorio y las encendí, una tenía una llama normal,
amarilla y uniforme pero la otra era azul y subía y bajaba como a golpes,
parecía increíble y yo que esas cosas no me las creía, la importancia de que
este algo bendecido… Bueno, me marché con mis padres toda la mañana, al regresar
estaban consumidas. Me di cuenta que no le sentía, dejé de tener miedo, incluso
no lo notaba en la finca, creía que me había deshecho de “él”. Despues de ese
susto y lo de los cirios, mi casa quedó en calma y paz, empecé a vivir con
tranquilidad y sin preocupaciones, una vida normal o lo más normal que podía.
Que por cierto, estando de seis meses, la fecha que me dieron para el parto, yo
supe que seria cuatro días antes de lo que me dijeron y así fue, nació cuando
yo dije. Pasó el tiempo y mi nena con casi un año y medio corria por toda la casa. Recuerdo que yo estaba en la
cocina haciendo la cena y mí pequeña me
llamó “mama, quiero ir contigo… mamaaaa”, a lo que le dije
“pues ven, estoy en la cocina”. Ella estaba en el comedor jugando en el suelo
pero en ese momento no la veía, cuando me dijo “es que no me
deja pasar…”. Cuando escuche eso, solte lo que estaba haciendo y corrí hasta
ella, estaba sola, no sentí ninguna presencia. Me entró la risa tonta pensando
que alguien, no vivo, estaba con ella, pero aunque creia que me había
equivocado, no era así, había regresado mí “inquilino fantasma”. Intenté hablar con mi hija sobre lo ocurrido pero no era nada sencillo porque era muy pequeña para saberse explicar, aún así lo que pude sacar en claro era que no había sido la primera vez que "alguien" se ponia en la puerta y no la dejaba venir donde yo estaba. Aunque estaba asustada parecia que ella no le tenia miedo, incluso crei entender que en ocasiones jugaba con ella. Esto ya era demasiado, podia ser la imaginación de mi hija pero si no lo era, si era quien yo creia, me encontraba con un problema y no solo por el hecho de que habia regresado sino porque no entendia como era posible que no lo percibiera ni me diera cuenta de su presencia. Estaba ciega ante "él", sentia que había perdido mi "sexto sentido" y así no podría defendernos. Aunque lo que más me daba miedo era que le hiciera daño a mi pequeña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario