CADA DÍA A NUESTRO ALREDEDOR OCURREN COSAS MISTERIOSAS, SIN EXPLICACIÓN; LO QUE NOS DIFERENCIA DE LOS DEMÁS ES QUE NOSOTR@S PODEMOS SENTIRLAS, INTUIRLAS, VERLAS... TENEMOS UNA EXTRAÑA CONEXIÓN CON EL PLANO ESPIRITUAL, EN FIN, UN SEXTO SENTIDO QUE SOLO ALGUNOS SOMOS CAPACES DE DARNOS CUENTA. SI A TÍ TAMBIÉN TE OCURRE... ESTE ES TU BLOG.

miércoles, 28 de octubre de 2015

CAPITULO IV: AGREDIDA POR UN FANTASMA



No me renovaron el contrato, así que volvía a estar en casa todo el día. Nunca más volví a saber sobre la familia de fantasmas, tal vez encontraron su camino pero yo me sentía desprotegida sin ellos, era como estar a la merced del “otro”. Aunque se mantenía alejado de mi piso, sabía que estaba en la finca. Ahora he de contar un suceso que ocurrió para que entendáis lo que luego sucedió. La finca tenía tres puertas por rellano, en el mío, vivía a la derecha un matrimonio de mediana edad, que él era policía municipal y a la izquierda, aunque parezca chiste, vivía un matrimonio mayor, que tenían varios hijos de  más o menos mi edad, que trapicheaban con drogas y en más de una ocasión los había visto colocados por el suelo del patio. Una madrugada que se fue mi marido a trabajar sobre las seis, estaba yo en el dormitorio (nos habíamos cambiado a uno que la ventana daba a una pequeña galería donde se comunicaba pared con pared a la de los vecinos, nos trasladamos la habitación porque me molestaba mucho el ruido de la calle del dormitorio principal al tener la ventana abierta) despierta, por cierto es el dormitorio donde ocurrió el año anterior  lo que os conté de LA LUZ ROJA, cuando escuché unos ruidos en la galería, al mirar por la ventana, había saltado uno de los vecinos, uno de los que se drogaba. Me asusté muchísimo, sin hacer ruido cerré la ventana lentamente y me levanté corriendo hacia la cocina donde estaba la puerta de la galería, tenía el pestillo pasado, pero la ventana estaba abierta. De pronto vi que intentaba abrir la puerta, creo que no se dio cuenta que yo estaba allí. No pudo hacerlo y volvió a saltar la pared hacia su casa. Me temblaban las piernas y sentí que hasta me mareaba, ni si quiera acertaba a llamar por el móvil. Le conté todo a mi marido cuando vino a comer y por la noche trajo un hacha, no sé que quería que hiciera yo con eso, no podía ni levantarla. Parece ser que los vecinos se enteraron de que se había metido en mi terraza y que podía denunciarlo y la madre de este chico lo envió para que se disculpara. Cuando llamó a la puerta y vi por la mirilla que era él, mi marido cogió el hacha y abrió la puerta y aunque él tipo este dijo que había saltado porque se le había caído un zapato a nuestra galería (por cierto iba tan drogado que levantaba los brazos para mantener el equilibrio de pie), mi marido levantó el hacha y le dijo “mírala bien, como te pille en mi casa o cerca de mi mujer, a tu cabeza irá a parar”. Y él contestó “perdón, perdón no volverá a pasar…” Luego mi marido me dijo que había traído la herramienta solo para asustarlo. Después de esto parecía mantener las distancias, pero a mí me daba miedo  estar en ese dormitorio y volvimos al principal. Pocos días después de esto ocurrió algo horrible. Por cierto yo estaba  casi de seis meses de embarazo.
Eran sobre las diez de la mañana, pero yo seguía en la cama, entraba un sol increíble por la ventana, estaba tumbada hacia la ventana de espaldas a la puerta. Escuché unos ruidos fuera de la habitación y por un momento pensé que mi marido había venido a casa a por algo. Cuando me quise dar la vuelta, alguien me tapó la cara con la almohada, obligándome a quedarme boca arriba, me sujetaron las manos a cada lado del cuerpo. Sentí tal pánico, que no era capaz de gritar, intentaba soltarme, pero era imposible. Me quitaron la sabana que me cubría y me cogieron los tobillos con fuerza, sujetándolos con las piernas separadas, cuando me subieron el camisón hacia arriba, empecé a llorar. Pensaba que era el vecino con sus hermanos que me estaban dando una lección por la amenaza de mi marido. Mientras lloraba y notaba que me tocaban los pechos, pensaba en cuantas personas habrían para poder tenerme tan inmovilizada y con tanta fuerza, había algo que no encajaba, dejé de resistirme, no quería que le hicieran daño a mi bebe y entonces es cuando me di cuenta que quien estaba allí conmigo era mi “inquilino fantasma”, ahí si pude decir “eres tú…” a pesar de tener la almohada en la cara con la que casi no podía ni respirar. De pronto me soltó, creo que su juego dejó de ser divertido en cuando le descubrí. Al principio no me atrevía a moverme, me quite  el cojín de la cara y me bajé el camisón, las sabanas estaban por el suelo y tenia los tobillos y muñecas enrojecidos, me quedé sentada en la cama, mientras lloraba como una histérica asustada. De pronto  llamaron a la puerta, era  mi madre, que había venido a verme, me abracé a su cuello sin parar de llorar y sin ser capaz de hablar por el nerviosismo.

jueves, 22 de octubre de 2015

CAPITULO III: LIMPIAR DE ESPIRITUS EL PISO



Todo esto ocurrió en los tres primeros años, para entonces yo ya tenía 25 años. Bueno, volvamos a donde lo dejé. Mi madre me dijo que debía limpiar la casa de espíritus, con agua en sal cada parte de la casa, después bendecir cada habitación y por último hacer una cruz de sal detrás de la puerta. Después de hacerlo se marcharon, para mi alegría, todos, los cinco. Pensaba que sería definitivo, pero como no me fiaba cada vez que lavaba el piso volvía a poner la cruz de sal. Yo sabía que el “inquilino” seguía deambulando por la finca pero nunca más volví a sentir a la familia. Creía que estaba a salvo en mi casa. Pasaron las semanas y dejé de poner la cruz de sal, no era necesaria, me sentía tranquila en casa y además trabajaba fuera casi todo el día. Creo que llegué a olvidar todo el tema de los espíritus, todo lo que ocurría a mi alrededor eran cosas completamente normales, hasta que una noche, sobre las cinco de la madrugada se puso el televisor en marcha con la voz a tope. Mi marido se levantó y lo apagó y dijo que seguramente sería una subida de tensión electrica. No le di más importancia, de no ser por el hecho de vez en cuando se encendía, pero por el día. Hasta que en una de las veces, ya harta de apagarla, la desenchufe. Al rato se puso en marcha, mi marido que estaba conmigo se quedó de piedra al igual que yo. El aparato se apagó después de poco más de un minuto creo. Nunca antes mi marido había sido testigo de algo “extraño” y yo  que nunca había hablado de ese tema con él, le dije que sería un espíritu el que lo había hecho. Me miró como si yo estuviera loca y quiso darle una explicación lógica aunque no supiera cual. Jamás antes había hablado sobre estas cosas porque él pensaba que esos temas (los fantasmas) eran de gente trastornada que tenía alucinaciones y que esas cosas no existían porque si fuera así, él habría visto alguno y no lo habia visto y además si viera algo de eso en casa saldría corriendo y no pararía. Yo le respondí que correr era la mayor tontería, porque estés donde estés, están por todas partes, después le dije que no podía pensar eso de mí. La cosa terminó en discusión y sinceramente hasta el día de hoy siempre he evitado hablar del tema. Yo sabía su opinión desde que éramos novios, pero es que casualmente hacia unas semanas que en casa de su madre habían ocurrido unos hechos que él había sido testigo. Se trataba de una cajita de música con fotografías que por las noches se ponía en marcha, su familia ya hartos de levantarse a apagarla, la abrieron y le quitaron las pilas. A la mañana siguiente la caja delante de todos se puso a girar y a sonar la música; yo no estuve presente pero pensé que tras un hecho así, tendría la mente más abierta a estas cosas sobrenaturales.
Os cuento esto para que entendáis que no tenía ningún apoyo de mi marido, solo contaba con mi familia y lo que me ocurrió a los pocos días fue horrible. "El inquilino fantasma" regresó.  Por cierto, mi premonición sobre los 25 años era cierta, estaba embarazada.

jueves, 15 de octubre de 2015

CAPITULO II: PASABAN LOS DÍAS CON UN ESPÍRITU



Con forme pasaban los días sentía que  “él” estaba en casa, nunca lo veía, pero lo escuchaba y lo presentía. Me resultaba muy violento sobre todo cuando sabía que me observaba en el dormitorio y a veces en la ducha, le pedía que se marchara, lo hacía pero seguía merodeando, nunca se iba definitivamente. Pero hubo un cambio, a los pocos meses me di cuenta que no era el único que vagaba por mi piso. Había también una familia completa, eran un padre, una madre y dos hijos, niña y niño, de unos 4 y 7 años respectivamente. No eran de la misma época de mi “inquilino” sus vestiduras eran más antiguas, ella iba de negro y él llevaba ropa de campo, eran muy humildes y jóvenes.  Me percaté que mientras estaban a mi alrededor, el “otro” no se me acercaba, entonces sin darme cuenta me acercaba a ellos, hablaba con ellos, siempre estaba acompañada y no me disgustaba, puesto que había días que mi marido ni si quiera venia a comer por la faena. Sin darme cuenta los trataba como si estuvieran vivos, me sentía tan cómoda que olvidé que lo que estaba haciendo no era correcto. Ahora cuando lo recuerdo parece todo tan absurdo, ocurrían cosas tan poco normales que para mí se convirtieron en el día a día. Os contaré unas pocas para que me entendáis. En ocasiones cuando miraba la televisión, cambiaban el canal y entonces les decía que volvieran al que yo tenía puesto porque estaba viendo una película y lo hacían; a veces iba cargada con algo y me cerraban la puerta y yo les pedía que se dejaran de bromas que iba cargada, que abrieran y abrían; por las mañanas daba lo mismo a la hora que me levantara, cuando lo hacía me ponían la radio, me gastaban bromas de cambiar cosas de sitio, en pocas ocasiones les escuché hablarme pero la mayoría no entendía lo que me decían. Mientras todo esto ocurría sentía que mí “inquilino” cada vez estaba más enfadado, de hecho en varias ocasiones, familiares míos que vinieron de visita me dijeron que tenían que marcharse porque sentían una presencia mala que les hacía sentirse enfermos. Entonces empecé a preocuparme, porque tenía miedo de que fuera a peor. Recuerdo que un día, a última hora de la tarde, estaba preparando la cena y no podía quitarme la idea de desarme de “él” y que también debía de hacerlo con la “familia fantasma” con la que tenía un extraño vinculo, me di cuenta entonces el mal que hacia tratándolos como vivos, por puro egoísmo de no estar sola y de que hicieran de muro entre el otro y yo. Debía pedirles que se fueran, porque ese no era su lugar y  me sentía como si fuera a traicionar a unos amigos. De pronto noté que se me ponía la piel de gallina, sentí mucho miedo y no me atrevía a darme la vuelta. Lo hice lentamente y allí estaban los cuatro, rodeándome, nunca hasta ese momento los había visto tan claramente, siempre habían sido como medio invisible o sombras parciales, pero los vi, estaban tristes y al mismo tiempo vi en sus rostros como si yo los hubiera defraudado porque los iba a echar de casa, como si supieran lo que pensaba hacer. Se acercaron rodeándome tan cerca que por un momento pensé en salir corriendo, estaba tan asustada que el corazón me iba a cien por hora y las manos me temblaban. De pronto desaparecieron y me sentí muy sola. En los días siguientes mientras pensaba que hacer para echarlos a todos, notaba que se mantenían lejos de mí. Mi madre, tras contarle lo que me ocurría, me dijo que hacer para echarlos de mi casa.

jueves, 8 de octubre de 2015

CAPITULO I: EL PRIMER DÍA QUE ME QUEDÉ SOLA




Como os comenté en varias ocasiones, ya voy a contaros mi experiencia en una casa con fantasmas, en la que viví unos seis años. No me gusta  mucho explicar detalles que no tienen que ver con los temas de los que suelo contaros mis vivencias, pero en este caso sí que he de explicar cosas relacionadas con mi vida para que podáis entender cómo sucedieron los hechos. Ya os habréis dado cuenta que me sucede un poco de todo y en esta ocasión no iba a ser menos. Siempre he tenido la intuición de que me quedaría embarazada a los 25 años, así que cuando mi novio me dijo que quería casarse pensé que estaría bien disfrutar un poco del matrimonio antes de tener familia. Por entonces no trabajaba, no me renovaron el contrato a causa del accidente que tuve (recordáis que os lo conté, el de la premonición) y decidimos que nos iríamos a vivir cerca de donde él trabajaba, a unos 40 kilómetros de mi familia, en un pueblo. Nos alquilaron un primer piso en una finca. Estuvimos pintando, haciendo un poco de reforma…En realidad es que en ningún momento mientras lo arreglábamos noté que hubiera nada y la verdad es que estaba pasando una temporada muy tranquila en cuestión de “visitas y otras cosas”. Hacía apenas unos meses que había cumplido los 22 y nos casamos; a la mañana siguiente nos fuimos de viaje. Cuando regresamos empezó todo.
La primera mañana que desperté mi marido me dio un beso en la mejilla y se marchó a desayunar porque tenía que irse a trabajar. Yo me quedé acostada mirando mi nuevo dormitorio e imaginando como sería mi vida ahora. Entonces escuché  los pasos de mi marido que venía hacia el cuarto y quise gastarle una pequeña broma, me tumbé de espaldas a la puerta y me hice la dormida para que cuando me besara para despedirse asustarle. Pero la que se asustó fui yo. Oí las pisadas hasta la cama, noté como se movía y bajaba con su peso el colchón y después me dijo al oído “cariño ya estoy aquí y nunca más nos volveremos a separar”. La sangre se me heló porque no era la voz de mi marido, me giré rápidamente y aun logré ver como el hueco que había sobre la cama, como si hubiera alguien, volvía a su tamaño y forma normal.  La presencia de ese hombre se marchó por la puerta y me levanté para seguirle pero desapareció, corrí hacia la cocina y mi marido no estaba, al asomarme por el comedor a la calle, lo vi entrar al coche para marcharse. Desde luego sola en casa no estaba y aunque en un principio quise quitarle importancia, no podía imaginar por las situaciones que tendría que pasar y como acabaría todo.
(Esta ha sido la única vez que he entendido perfectamente todo lo que me decia un espiritu o fantasma)